Las frutas del bosque son un tipo de frutas pequeñas de característicos colores rojos, negros y morados que tradicionalmente no se cultivaban sino que crecían en arbustos silvestres. Pero en el lenguaje común se les llama frutas del bosque a las frutas pequeñas, ya sean dulces o ácidas, que se sacan de los frutos silvestres y entre las que encontramos los arándanos, la cereza, la frambuesa, la grosella o la fresa.
Las frutas del bosque son pequeñas pero muy nutritivas y por ello y por su exquisito sabor es que han cobrado una gran importancia en las dietas modernas. De hecho, representan uno de los alimentos más protectores que la naturaleza puede ofrecernos y su secreto reside en la cantidad de antioxidantes que contienen y que nos protegen del envejecimiento celular y de los radicales libres.
Pero más que antioxidantes, las frutas del bosque contienen grandes cantidades de vitaminas y minerales, además de antocianinas que son un grupo de flovanoides que protegen la visión, mejoran la circulación y controlan el exceso de colesterol. Por todo esto, es ideal incluir este tipo de frutas en nuestra alimentación diaria. Entre las frutas del bosque más destacables, aunque hay muchas más, podemos encontrar las grosellas, las moras, las frambuesas, las cerezas y los arándanos.